Una joya en Toledo: El entierro del Señor de Orgaz

Cualquiera sabe que Toledo es El Greco y El Greco es Toledo, y muestra especial de ello es su famoso cuadro, tal vez el más importante en su obra: El entierro del Señor de Orgaz (que no Conde). Un cuadro que debe su vida a Toledo y que por ello, en Toledo reside. Pero antes, un poco de historia.

¿Quién era el Señor de Orgaz? Un hombre piadoso y devoto, benefactor de la parroquia de Santo Tomé, en Toledo, que al morir en 1323 dejó escrito en su testamento lo siguiente: “Páguese cada año para el cura, ministros y pobres de la parroquia 2 carneros, 8 pares de gallinas, 2 pellejos de vino, 2 cargas de leña, y 800 maravedís”.

A su muerte, los restos del conde fueron depositados en la propia parroquia, y cuentan que a tal evento bajaron del cielo nada menos que San Agustín y San Esteban. Cuando en 1583 se reconoció el milagro, el párroco quiso dar constancia de ello mediante una obra pictórica que presidiera el claustro mortuorio del Señor de Orgaz, y ahí es cuando entra El Greco.

El cuadro pretende mostrar las dos dimensiones de la existencia humana. La primera, la terrenal, en la parte inferior, plasma a los dos santos depositando con cuidado y solemnidad el cadáver del Señor de Orgaz. En la segunda, la celestial, la de la vida eterna, representa el alma del fallecido ascendiendo a los cielos y siendo aceptada por Jesús. El cuadro, además, presenta numerosas curiosidades, pues todos los rostros del cuadro fueron personajes contemporáneos a la realización del cuadro. Un ejemplo: el niño de la parte inferior izquierda es el hijo del propio pintor.

El cuadro, majestuoso, ha permanecido ahí desde entonces y se puede visitar hoy día en la propia Parroquia de Santo Tomé, en el barrio de la Judería, por el módico precio de 2,5 euros. Recomendable ir temprano por la mañana para evitar colas y gentío.