La Orden de Toledo, por Luis Buñuel

Cuenta Luis Buñuel en su magistral autobiografía “Mi último suspiro” la historia de cómo, siendo aún estudiante, creó una orden para honrar, a su manera, Toledo, una ciudad por la que sentía una fascinación especial. “Me paseo por el claustro gótico de la catedral, completamente borracho, cuando, de pronto, oigo cantar miles de pájaros y algo me dice que debo entrar inmediatamente en Los Carmelitas, no para hacerme fraile, sino para robar la caja del convento. Me voy al convento, el portero me abre la puerta y viene un fraile. Le hablo de mi súbito y ferviente deseo de hacerme carmelita. Él, que sin duda ha notado el olor a vino, me acompaña a la puerta. Al día siguiente tomé la decisión de fundar la "Orden de Toledo", leemos, en el citado libro.

Y así fue. En 1923 fundó esta orden, que no era una orden sino más bien un capricho o una broma por parte del director aragonés. Y en broma hubiera quedado si no fuera porque los integrantes de esa orden eran, entre otros, Federico García Lorca, Salvador Dalí o Pepín Bello. La orden constaba de varios preceptos, entre otros vagar durante toda una noche por Toledo, borracho y en completa soledad, no lavarse durante toda la estancia, acudir a la ciudad una vez al año, amar a Toledo por encima de todas las cosas o velar el sepulcro del Cardenal Tavera, arzobispo que llegó a ocupar el cargo de Inquisidor General de España y que yace en la iglesia del Hospital de Tavera.

En sus numerosas visitas a Toledo, Buñuel y compañía se alojaban en la legendaria Posada de la Sangre, en la calle Cervantes, un lugar sucio y poco cuidado, pero con un halo de bohemia que lo hacía muy interesante para estudiantes y artistas. Por desgracia, el edificio ardió en 1936 tras un incendio provocado por las tropas nacionales.

Hoy en día, los preceptos de Buñuel pueden tomarse como propios y cualquiera puede visitar esta ciudad de aquella manera, pues la magia fantasmagórica que fascinaba a “La orden de Toledo” sigue tan viva en la ciudad actual como en la de aquellos años 20.