Una visita al Circo Romano

El circo romano de Toledo fue construido durante el siglo I, durante el mandato del emperador Octavio Augusto. Posiblemente, su construcción quedó incluida dentro del plan que el emperador emprendió por todo el Imperio para dotar a todas las grandes ciudades de edificios públicos, como termas, teatros y anfiteatros, con el objetivo de potenciar la romanización en estas zonas.

Más de la mitad de la infraestructura aún permanece sin excavar,  pero por sus similitudes con otros de la península debía ser entre los 15 000 o 30 000 espectadores, lo que inicialmente resultó suficiente para cubrir las necesidades de la urbe así como de otros pueblos de los alrededores. El circo romano tenía unas dimensiones de 422 metros de largo por unos 112 metros de ancho.

El declive de todos estos edificios llegó con la llegada del Cristianismo, que rechazaba este tipo de eventos púdicos. Finalmente, fue con la llegada de la dominación Visigoda cuando acabó abandonándose.